Carlos Arroyo
El centro no existe.
Updated: Mar 1, 2021
He notado que una frase que se repite en Twitter entre la banda "woke" y que probablemente no se diga muy en serio, pero que a menudo suele pasar por argumento o comentario ingenioso es: "El centro no existe", sobre todo en referencia a la política, pero también respecto a otros asuntos sociales. Y como es mi costumbre, relacionaré esa postura o actitud mental con la mentalidad religiosa. Ya me conocen, no puedo evitarlo.
Detengámonos por un momento en lo que implica lanzar esta frase para anotar un punto a favor del equipo al que se dice pertenecer. Decir que "el centro no existe" es querer reducir algun asunto, a veces toda una ideología en dos bandos: a favor o en contra. El deseo es entendible, a final de cuentas, cuando llega el momento de votar por alguien que nos represente en alguna elección popular, buscamos respuestas claras a los asuntos que nos importan. No queremos medias tintas, tibiezas o argumentos que se anden por las ramas. Queremos un sí o un no.

La frase "el centro no existe" revela también un aspecto muy humano de nuestra psique: binarizar el mundo. Reducir lo complejo y ponerle una etiqueta. Precisamente lo que no quisiéramos que otros hicieran con nosotros.
Me queda claro que no es que las personas que repiten y se creen esta frase no les parezca que existen "centros" en varios otros asuntos. El asunto suele ser que precisamente en el tema que más les importa, el tema que más vinculado está con su identidad, es ahí en donde no pueden tolerar disención. La crítica o argumentación de puntos contrarios representa una ofensa a nivel personal. El cual es otro tema muy interesante: ¿Qué causas, temas, ideologías, doctrinas y sistemas tenemos tan internalizados que nuestra identidad pende de ello?
Ver este problema desde el punto de vista religioso suele ser esclarecedor. Cuando una persona crece dentro de una cultura y doctrina religiosa estricta, dicha doctrina (junto con sus ritos, prácticas, tabúes y rituales) envuelven la identidad de dicha persona. Se podría decir que los deseos, personalidad, impulsos y metas individuales quedan supeditados a los del colectivo religioso. La denominación religiosa se convierte en la identidad de la persona. Ésta es una situación demasiado común en todo el mundo, y razón por la cual es casi un cliché que la gente religiosa se ofenda de muchos elementos que inundan el mundo y la cultura moderna. Ahora bien, la ofensa es la manifestación más inofensiva del modo de vivir religioso, pero - la historia lo corrobora - dicha ofensa puede transformarse en enojo, ira, venganza y violencia.
Reducir la complejidad del mundo a sus aspectos más binarios, aunque sea la personificación de la intolerancia, proporciona claridad, nos da un bando, nos permite ser parte de un grupo selecto, nos permite señalar al bando contrario, identificar al enemigo. La doctrina cristiana encapsula este concepto de la siguiente forma:
El que no está conmigo, contra mí está; y el que no recoge conmigo, desparrama.
Mateo 12:30
La filosofía de "el que no está conmigo contra mí está" es la raíz del tribalismo y la atomización de la sociedad. Es el esfuerzo (muy humano por cierto) de buscar un "otro", y en caso de que no exista, crearlo.
No sólo sí existe el centro, lo deseable es movernos más hacia él. Balancear nuestros puntos de vista, cuestionarnos continuamente, matizar nuestras tendencias más radicales, entender que somos seres complejos y que lo binario no cabe en lo humano.