Carlos Arroyo
Allende y Chicxulub
El territorio que hoy llamamos México es absolutamente fascinante. De norte a sur y de costa a costa hay pequeños y grandes tesoros que conviven con los que habitamos este país. Algunos de estos tesoros son mucho más significativos de lo que pensamos.
Hace poco me di cuenta de que en México han caído dos de los meteoritos más importantes en la historia del planeta, y no es exageración. Por supuesto, todo esto no es ningún mérito de México, como no es ningún mérito haber nacido aquí. Se trata nada más y nada menos que de accidentes del destino, coincidencias del azar. Pero no deja de ser interesante que estos dos meteoritos hayan caído aquí, en México, uno al norte y otro al sur.
Meterorito de Chicxulub.
Nuestra esperanza de vida de 80, máximo 100 años no puede comprender a cabalidad lo que significan 1 millón de años. Pero 1 millón de años en términos geológicos y cósmicos - bien lo sabemos - no son casi nada. Ahora bien, pensemos que hace 65 millones de años un meteorito de 15 kilómetors de diámetro golpeó la tierra y causó la muerte de la mitad de los seres vivos del planeta, incluyendo la extinción de los dinosaurios, los cuales habían habitado la tierra durante 165 millones de años. Les invito a que dejemos que estas cifras nos abrumen, es muy revelador.

Ese meteorito cayó en el poblado de Chicxulub, ubicado en lo que hoy es Yucatán y dejó un cráter de 150 kilómetros. En la serie educativa One Strange Rock (se puede ver en Netflix) se explican magistralmente las implicaciones de este evento catastrófico, tanto para el planeta como para nosotros, los humanos.
En breve, y pasando de largo un montón de detalles importantes, si ese meteorito no hubiera impactado la tierra precisamente en ese lugar, la especie humana no existiría. Somos producto de un acto destructivo de la naturaleza, de un evento caótico de escala incomprensible.
Meteorito de Allende.
Si lo poco que sé sobre el meteorito de Chicxulub me tiene totalmente abrumado, el meteorito de Allende le dice "Hold my beer".

En la madrugada del 8 de febrero de 1969 cayó un meteorito en el poblado de Allende del Parral, Chihuahua. Durante la búsqueda se encontraron casi 2 toneladas de fragmentos que fueron analizados en laboratorios de todo el mundo. De hecho, se dice que éste es el meteorito más analizado en la historia de la humanidad y no por nada: la edad de los fragmentos es de 4,567 millones de años.
Para poner un poco en perspectiva estas cifras estratosféricas, la edad del planeta tierra es de 4,543 millones de años, y del sistema solar es de 4,571 millones de años. Esto quiere decir que ese meteorito que cayó en Allende, Chihuahua llevaba viajando más de lo que ha existido el planeta Tierra, cuando apenas se estaba formando el sol.
(No hay gif más perfecto que éste.)
Estos dos eventos cósmicos son importantes desde diversas perspectivas, pero principalmente porque nos ayudan a entender nuestro breve, efímero y fugaz lugar en el universo. Desde nuestra limitada existencia, el planeta en el que vivimos parece eterno, como si siempre hubiera existido y nunca fuera a terminarse. Pero estos tremendos eventos provenientes de lo que llamamos en el "espacio exterior" nos dan un vistazo magnífico de lo poco que somos, pero de lo increíble que es que podamos valorar lo que todo esto significa.
Through our eyes, the universe is perceiving itself. Through our ears, the universe is listening to its harmonies. We are the witnesses through which the universe becomes conscious of its glory, of its magnificence.
-Alan Watts